sábado, 13 de julio de 2013

El carnicero de Zacatecas


Zacatecas, en el reino de la Nueva Galicia, fue escenario de la persecución contra otro criptojudío.  Las comunidades de judíos clandestinos buscaban de una manera o de otra mantener vivos sus ritos y tradiciones en medio de la absorvente y vigilante mirada del catolicismo oficial.  Una de las maneras de hacerlo era sacrificando animales de forma ritual.
El convento de San Francisco en Zacatecas fue escenario de la persecución contra Alonso de Mancilla por criptojudío.
 

Según la tradición judía el sacrificio de un animal debe ser realizado por una persona especializada que deberá cuidar que los instrumentos para sacrificar cumplan ciertos requerimientos.  El animal deberá morir degollado sin lesionarle ningún hueso y completamente desangrado.  El sacrificio va antecedido de ciertas oraciones según la finalidad de la muerte del animal. 
 
Un carnicero especializado a punto de realizar su labor en la actualidad.
 

Quizá Alonso de Mancilla, habitante de Zacatecas en 1570. fue uno de esos criptojudíos especializados en la matanza ritual de animales.  Estando en el templo mayor del convento de San Francisco fe testigo de como se abría una tumba y sacaban un crucifijo. Algunos franciscanos dijeron que dijo algo así como: “Oh, Señor aún no habeís nacido y ya os han sepultado” y otros dijeron que había dicho: “Señor Jesucristo no habeís nacido y ya os han vuelto a sepultar”.  El arcedeano de la catedral de Guadalajara, Pedro Bernaldo de Quiroz, le exigió se presentará ante el Tribunal de la Santa Inquisición porque los frailes franciscanos le acusaban de ser judío secretamente.  Se citaron testigos allegados a José de Mancilla y todos negaron los hechos que los franciscanos urdían. 

En ese año, fray Francisco de Rivera predicó contra algunas cosas que se le atribuían a Mancilla quien se defendió diciendo que iba a probar que tanto  fray Francisco Rivera y fray Diego de Valadés vivían de modo licencioso y que, teniendo mujer en la ciudad, no dormían en el convento por estar con ellas.  Decía además que asistían a cualquier fiesta a la que fuesen invitados y que incluso bailaban portando espada y escudo.   

Alonso de Mancilla preguntó al padre Juan Pinto acerca de lo dicho en el sermón sobre él y como podía proceder por lo que se cuestionó a los frailes implicados diciendo que ellos “lo sufrían todo por Nuestro Señor Jesucristo” pero quien dijera que el Mesías no había nacido, era hereje y que había de ser condenado a la hoguera.  

Un grupo de vecinos atestiguaron que Alonso de Mancilla solo se defendía de los frailes y negaron que Alonso hubiese dicho cualquier cosa de ellos.  Como el pleito se prolongaba, Alonso de Mancilla alegó que tenía que atender a los habitantes de la ciudad porque era el carnicero de ellos y que el pleito le impedía hacerlo y Juan de Monsalve Cabeza de Vaca le otorgó una fianza por 20 mil ducados limitando su libertad a Zacatecas y dos leguas a la redonda.  En febrero de 1571 (cercana la pésaj), los canónigos tapatíos ordenaron su aprehensión y traslado a Guadalajara junto con los 20 mil ducados de fianza. 

Alonso de Mancilla había exigido meses antes del primer descalabro, que los franciscanos de Zacatecas le pagaran cierta cantidad que le adeudaban.  Tras haber sido trasladado a Guadalajara en 1571, reaparece libre en la capital de la Nueva Galicia a principios del año siguiente con el matarife de la Ciudad. Como el expediente está incompleto, nunca sabremos  lo que ocurrió con el dinero de la fianza. Quizá don Alonso de Mancilla fue solicitado por algunos vecinos para adiestrar a otro carnicero que conociera de los rituales de sacrificio judíos cercana la festividad de la pascua.

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