Zacatecas, en el
reino de la Nueva Galicia, fue escenario de la persecución contra otro
criptojudío. Las comunidades de judíos
clandestinos buscaban de una manera o de otra mantener vivos sus ritos y
tradiciones en medio de la absorvente y vigilante mirada del catolicismo
oficial. Una de las maneras de hacerlo
era sacrificando animales de forma ritual.
El convento de San Francisco en Zacatecas fue escenario de la persecución contra Alonso de Mancilla por criptojudío. |
Según la tradición
judía el sacrificio de un animal debe ser realizado por una persona
especializada que deberá cuidar que los instrumentos para sacrificar cumplan
ciertos requerimientos. El animal deberá
morir degollado sin lesionarle ningún hueso y completamente desangrado. El sacrificio va antecedido de ciertas oraciones según la finalidad de la muerte del animal.
Un carnicero especializado a punto de realizar su labor en la actualidad. |
Quizá Alonso de
Mancilla, habitante de Zacatecas en 1570. fue uno de esos criptojudíos especializados en la matanza ritual de animales. Estando en el templo mayor del convento de
San Francisco fe testigo de como se abría una tumba y sacaban un crucifijo.
Algunos franciscanos dijeron que dijo algo así como: “Oh, Señor aún no habeís
nacido y ya os han sepultado” y otros dijeron que había dicho: “Señor Jesucristo
no habeís nacido y ya os han vuelto a sepultar”.
El arcedeano de la catedral de Guadalajara, Pedro Bernaldo de Quiroz, le
exigió se presentará ante el Tribunal de la Santa Inquisición porque los frailes franciscanos
le acusaban de ser judío secretamente.
Se citaron testigos allegados a José de Mancilla y todos negaron los
hechos que los franciscanos urdían.
En ese año, fray Francisco de Rivera predicó contra algunas cosas que se le
atribuían a Mancilla quien se defendió diciendo que iba a probar que tanto fray Francisco Rivera y fray Diego de Valadés
vivían de modo licencioso y que, teniendo mujer en la ciudad, no dormían en el
convento por estar con ellas. Decía
además que asistían a cualquier fiesta a la que fuesen invitados y que incluso
bailaban portando espada y escudo.
Alonso de Mancilla
preguntó al padre Juan Pinto acerca de lo dicho en el sermón sobre él y como podía
proceder por lo que se cuestionó a los frailes implicados diciendo que ellos “lo
sufrían todo por Nuestro Señor Jesucristo” pero quien dijera que el Mesías no
había nacido, era hereje y que había de ser condenado a la hoguera.
Un grupo de vecinos
atestiguaron que Alonso de Mancilla solo se defendía de los frailes y negaron
que Alonso hubiese dicho cualquier cosa de ellos. Como el pleito se prolongaba, Alonso de
Mancilla alegó que tenía que atender a los habitantes de la ciudad porque era
el carnicero de ellos y que el pleito le impedía hacerlo y Juan de Monsalve
Cabeza de Vaca le otorgó una fianza por 20 mil ducados limitando su libertad a
Zacatecas y dos leguas a la redonda. En
febrero de 1571 (cercana la pésaj), los canónigos tapatíos ordenaron su aprehensión y traslado a Guadalajara
junto con los 20 mil ducados de fianza.
Alonso de Mancilla
había exigido meses antes del primer descalabro, que los franciscanos de
Zacatecas le pagaran cierta cantidad que le adeudaban. Tras haber sido trasladado a Guadalajara en
1571, reaparece libre en la capital de la Nueva Galicia a principios del año
siguiente con el matarife de la Ciudad. Como el expediente está incompleto,
nunca sabremos lo que ocurrió con el
dinero de la fianza. Quizá don Alonso de Mancilla fue solicitado por algunos
vecinos para adiestrar a otro carnicero que conociera de los rituales de
sacrificio judíos cercana la festividad de la pascua.
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