El Islan puso de
rodillas al cristianismo y al judaísmo en la península Ibérica por cerca de 700
años. Bajo el gobierno musulmán se vivieron períodos de gloria y paz entre las
distintas confesiones sin que faltaran las persecuciones contra judíos y
cristianos y enfrentamientos entre estos últimos.
La caída de Granada
en 1492 y vencidos los reinos musulmanes ibéricos por los Reyes Católicos
abriría un nuevo status quo de las
relaciones entre judíos y cristianos.
Los judíos quedaban en un relativo suspenso ante la premura de la Corona
española por establecer un control sobre los recién conquistados musulmanes
andalucíes. El período de paz no duró
mucho. Los Reyes Católicos esgrimieron
una serie de leyes y ordenanzas según las cuales solo los católicos podían
habitar los territorios gobernados por ellos.
Henchidos de “caridad cristiana”, otorgaron la oportunidad de la
conversión al catolicismo para permanecer en su tierra de nacimiento, conservar
su propiedad y la vida.[1]
“Mozárabes” eran los
musulmanes convertidos al catolicismo. Con el tiempo, el catolicismo haría
oficial y declararía de su patrimonio a la liturgia católica que, con
influencia berebere, se celebra en muchas regiones del sur del España
remitiendo a su tradición musulmana. Del
otro lado, los hashkenassis, los
sionistas y los otros grupos de judíos del resto de Europa, terminarían por
desconocer la herencia de los judíos conversos a los que llaman “sefaradíes” gentilicio del territorio que habitaron
originalmente. “Sepharad” es en
hebreo la Hispania latina. El sefardí es
para el judío del este de Europa y de más allá de las fronteras del Pirineo, el
pobre, el rechazado, el que no tiene cultura, el sefardí es lo que su apodo
nombra, “marrano” entre los otros judíos y cristianos. El sefaradí es el “marrano” de los cristianos
viejos y, en algunos casos, el judío apestado entre judíos y aún hoy
desconocidos por su Iglesia de adopción, el catolicismo.[2]
La conversión al
catolicismo por la fuerza iniciada en 1391 en España y Portugal, permitió que
los judíos rápidamente ascendieran en la escala social de España y
Portugal. La sociedad cristiana no
aceptó con beneplácito que los judíos pudieran acceder a mejores categorías
sociales y económicas que el resto de la cristiandad. La sociedad se dividió entonces entre
“cristianos viejos” y “cristianos nuevos” los primeros “lindos” y los segundos
“marranos”.[3]
El descubrimiento de
Colón en 1492 dio cierta esperanza a mozárabes y sefaradíes. Por un breve período de tiempo tuvieron
oportunidad de huir a este Nuevo Mundo que ofrecía las posibilidades de
perfeccionar lo que el Viejo había corrompido.
La diáspora, ese éxodo eterno con el que Yahvéh sigue disperdigando a su
pueblo hizo que muchos sefardíes se refugiaran en Francia, Holanda, Inglaterra, Rusia o Italia resguardados por los
poderosísimos señores de la banca o la corte Papal.[4] Algunos, se ampararon en la oscuridad de los
negros bosques del Este de Europa, en el Imperio Turco o
aventurándose a vivir en Jerusalén, la que les había sido prohibida y
arrebatada por el emperador Tito en el siglo I d.C.
La Leyes de Indias
tempranamente prohibieron la huida de judíos y judaizantes a las tierras
controladas por la Corona Española en 1501 pero se establecieron con mayor
fuerza hasta el reinado de Carlos I y Felipe II en 1550. Muchos criptojudíos cruzaron el Atlántico y
se establecieron en América bajo un velo de catolicismo con documentos
comprados o, según la tradición de algunos de ellos, dados por el mismísimo
Emperador o por el rey Felipe II.[5]
[1]
Fernández Alvarez, Manuel, Carlos V El
Rey de los Encomenderos, UDESA, Barcelona, 1988
[2]
Uchmany, Eva Alexandra, “Los judíos y la Inquisición” en La Inquisición en México, Noemí Quezada, Martha Eugenia Rodríguez y
Marcela Suarez editoras, UNAM-IIA-UAM, México, 2000, t. 1 p. 79
[3]
Uchmany, Eva Alexandra, “Los judíos y la Inquisición” en La Inquisición en México, Noemí Quezada, Martha Eugenia Rodríguez y
Marcela Suarez editoras, UNAM-IIA-UAM, México, 2000, t. 1
[4]
Uchmany, p. 85
[5]
De la Torre Villar, Ernesto, “La Inquisición” en La Inquisición en México, Noemí Quezada, Martha Eugenia Rodríguez y
Marcela Suarez editoras, UNAM-IIA-UAM, México, 2000, t. 1
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